Xàbia cuenta con gran afición a los toros. Todas sus principales fiestas, que no son pocas, tienen como acto central, la celebración de varias sesiones taurinas, respetando cada una de ellas un lugar distinto de la localidad para llevar a cabo estas jornadas.
La Plaza de la Iglesia y Plaça de Baix, la Placeta del Convent, el puerto pesquero y el parking de la Avenida Palmela son, en la actualidad, los espacios de Xàbia que se convierten, por unos días, en el escenario del espectáculo taurino. La tradición ha marcado que cada fiesta tenga su rincón, pero la gente en ocasiones, se pregunta; ¿y por qué no concentrarlos todos en un mismo lugar, con más espacio y evitando las calles con viviendas o comercios?
Lo suyo, sin duda, sería celebrarlo en una Plaza de Toros, una infraestructura ahora inexistente en Xàbia, pero que tiene su historia. Y es que, Xàbia tuvo también un coso taurino cuando contaba con una población de 17.000 habitantes.
La Plaza de Toros de Jávea, al igual que pasó con el Castillo, pasó a ser historia. De hecho, pocos metros separaban estas dos estructuras históricas.
La Plaza de Toros de Jávea, hecha de ladrillo y cemento, se inauguró en 1916, convirtiéndose así en el sueño cumplido de un poderoso vecino de la localidad, de Agustín Catalá Arnauda, el propietario.
Su gran afición a los toros y a los caballos, de los que poseía varios ejemplares, le llevó a hacer realidad su sueño; tener una plaza y celebrar distintos espectáculos ya fueran de toros, de circo (con las compañías ambulantes que entonces recorrían los principales pueblos) o benéficos, llegando a acoger entre 1931 y 1936 algunos mítines políticos.
La inauguración de la plaza consistió en una gran novillada sin picadores a cargo del destacado diestro ‘Mestizo’.
Posteriormente, el funcionamiento de la Plaza constaba de sesiones, particulares, de becerros. «El plan consistía en dar cada domingo un espectáculo a base de torear cuatro o seis becerros de los cuales sólo dos eran muertos a estoque, devolviéndose al corral los restantes», explica el libro Aquell Poble.
Entre otros de los actos que se plasma en el libro, la banda de música era también protagonista en esta plaza. Al parecer, poco después de las 15:00 horas, «la banda de música titular de la villa arrancaba con un alegre pasodoble o marcha vigorosa frente al Ayuntamiento y a sus sones se dirigía a la plaza animando a la gente a dejar los cafés y encaminarse al espectáculo».
Pero, ¿dónde se ubicaba esta plaza?. La Plaza de Toros se encontraba en la carretera que bajaba al mar, es decir, en la actual Avenida Juan Carlos I, frente al edificio del Surco (Escuela de Música). Según cuenta el libro Aquell Poble, de Antonio Pons y editado por la Fundación Cirne, «para la construcción de la plaza se utilizaron los solares resultantes del derribo de un grupo de casas-viviendas (cuatro o cinco) propiedad de Agustín Catalá Arnauda. El solar de la primera se reservó para el acceso a los corrales traseros y taquillas asomadas a la vía pública. El resto formó como un cuadrado en que se inscribió el clásico círculo de área».
En cuanto al aforo de la plaza, al parecer, ésta no era muy grande, al menos como las que existían en aquellos tiempos, pero la historia cuenta que tenía capacidad para unas 3.500 – 4.000 personas. En un artículo del xabiero y taurófilo, Paco Reus, publicado en Toros en Dénia y la Marina Alta se indica que la plaza tenía un diámetro de 45 metros y graderías de piedra tosca.
Asimismo, por lo que respectaba al precio de las entradas, éstas oscilaban entre distintos precios. La entrada costaba desde una peseta o peseta y media hasta las tres pesetas, según se pueden observar en los carteles de anuncio de las sesiones taurinas.
El adiós a la plaza y la nueva vida
La plaza estuvo en activo más de 20 años. No fue hasta los años 40 cuando el coso taurino desapareció. Agustín Catalá fue quien levantó este recinto, pero tras la Guerra Civil (1939), y cedida a su nieto Agustín Catalá Bertomeu, fue vendida a Juan Bautista Pons por 9.500 pesetas (unos 60 euros actuales).
Este nuevo propietario procedió a la restauración de la plaza, ya que en el período de la Guerra Civil, parece ser que fue destruida, y los ciudadanos quitaron piezas de tosca para vender o reutilizarlas para la construcción.
Con la rehabilitación, la nueva familia propietaria de la Plaza la utilizó para guardar vacas y celebró algún espectáculo y evento, cerrando sus puertas para siempre a finales de la década de los 40.
Con el tiempo, aquel solar que acogió la Plaza de Toros se Xàbia volvió a sus orígenes, a la construcción de viviendas que en la actualidad, uno de los edificios lleva su nombre en recuerdo a la historia de Xàbia y al espacio que ocupa.
Bibliografía
- Toros en Dénia y la Marina Alta
- Aquell Poble de Antonio Pons y Fundación Cirne
- Arxiu Municipal de Xàbia
- Vicente Catalá Bover
Me parece muy bien.,…..pero si tiene que salir de las arcas del muy ilustre…..prefiero una «piscina municipal».
I después una plaza, o dos si son pequeñas.
Recordar la historia de Jávea siempre es bueno para jovenes y mayores. Buen artivulo de Verónica Blasco y bien documentado. Gracias.
Buen artículo, pero discrepo en la parte que sugieres que sería mejor realizar todos los toros en un mismo lugar. La esencia de la fiesta y el bou al carrer está en que se celebran por cualquier parte del pueblo. Así paricipa todos los vecinos, es más popular.
Interesante
Gracias