Sociedad

«San Valentín para los mayores»

14 de febrero de 2025 - 09:00

OPINIÓN | Juan Legaz Palomares

El Día de los Enamorados, el 14 de febrero, San Valentín. Tiene muchos nombres y suele ser sinónimo de dulzura, felicidad, amor, pero también puede suponer un ‘mal trago’ para quienes han perdido su pareja o cónyuge, como ocurre con frecuencia en la tercera edad.

¿Cómo podemos acompañar en este día a quienes ya no tienen con quién celebrar el amor? ¿Cómo empeora la salud y la soledad no deseada con la viudedad en una generación de mayores como la que tenemos, en la que el matrimonio todavía es una institución tan solemne?

Mayores cogidos de la mano

El fallecimiento de un cónyuge siempre va a suponer un reajuste en la vida de la persona que enviuda, y va a provocar sentimientos de desamparo, soledad y vacío emocional. Esta sensación suele ser más pronunciada durante la noche y, en algunos casos, pueden derivar en trastornos depresivos. Además, este sentimiento de soledad se puede incrementar, ya que, en ocasiones, se desarrolla un mayor sentimiento de indefensión por miedo a sufrir accidentes o enfermedades estando solos, o miedo a quién puede hacerse cargo de ellos si no pudieran atenderse por ellos mismos. Sin embargo, el grado de soledad que se experimenta dependerá de la red social y de apoyo de la persona que enviuda: las actividades que fuera del hogar se realicen (deporte, talleres, viajes…) la cercanía de familiares e
hijos y la frecuencia de las visitas, por ejemplo. Para que no resulte tan doloroso, es necesario el acompañamiento emocional de la persona viuda.

Una bonita manera de sentirse arropada la persona y, además, poder consolar el duelo, podría ser que los familiares más cercanos la ayuden a realizar una historia de vida junto a la persona fallecida, donde se recuerden los hitos más importantes (cómo se conocieron, su boda, el nacimiento de los hijos, nietos, mudanzas…) y anécdotas que, sin llamar la atención, fueron momentos de vínculo y conexión en la pareja.

Estas actividades tienen doble funcionalidad: ayuda a nuestro familiar a paliar el impacto emocional que los días previos a San Valentín puedan tener, y sirven como elemento protector frente a la soledad al estar la familia presente y acompañando al proceso de tristeza que pueda originar ese día.

Como la Santa Madre Teresa de Calcuta es siempre un referente importantísimo para mí en la vida, en este Día de los Enamorados podría ser interesante aplicarnos la frase que ella nos legó: «Lo más importante no es lo mucho que hacemos, sino cuanto amor ponemos al hacerlo. Lo más importante no es lo mucho que damos, sino cuanto amor ponemos al dar».

Me pregunto, ¿podría ser el Día de los Enamorados una excusa también para recordar a nuestros mayores nuestro amor? ¡Claro que sí! De hecho, en el mundo anglosajón, de donde es importada esta tradición, las muestras de amor y cariño no solo se hacen entre las parejas de enamorados, sino también entre familiares y amigos.

Quizá, una manera más sana podría ser precisamente demostrar nuestro amor a nuestros seres queridos, visitándolos y compartiendo momentos, charlando con ellos sobre temas que les gustan, pidiéndoles que nos cuenten historias o saliendo simplemente a tomar un café.

Siempre es buen momento para que nuestros mayores se sientan emocionalmente acompañados por familiares y amigos, y este día, que para muchos es muy señalado, aún con más motivo.

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