Aunque esté lejos y ausente de mi querida Xàbia, a los Reyes Magos con su magia les pido que transporten mi espíritu de paz, amor y alegría a todos los niños, enfermos, ancianos y personas más vulnerables para que sean obsequiados con los mejores regalos todos los xabieros. Creo que cumplirán con mi petición. Estoy seguro que la estrella que guio a los Reyes Magos al portal de Belén también transportará mi deseo a los habitantes de Xàbia con magia o sin magia.
El aluvión de cabalgatas de Reyes Magos por todas las ciudades y pueblos es una señal inequívoca de esta tradicional celebración festiva que se mantiene en España y que suscita la ilusión y la sorpresa para millones de personas (ya sean niños, adultos o mayores). Esta estrella que, en su momento guio a los Reyes Magos a adorar y ofrecer sus presentes al Niño Jesús, es también la que nos anima a mantener viva la ilusión de una sorpresa que nos alegre la vida por unos momentos, con diferentes tradiciones o matices (sacar los zapatos al balcón, dulces, comida para los camellos, etc.). ¿Pero hay algo más reconfortante que observar la sonrisa y la alegría de un niño o de cualquier persona por unos instantes?
Que la solidaridad aumenta en tiempos de crisis es ya un hecho constatado y pone de manifiesto la necesidad del conjunto de la sociedad de ayudar a las personas que más sufren. Conceder un deseo a personas adultas en una situación desfavorable un hecho que dignifica. Y es que no solo los niños se contagian de la atmósfera navideña. También personas sin hogar, mujeres en riesgo de exclusión, personas mayores o inmigrantes que viven llenos de ilusión y esperanza porque se haga realidad cualquier deseo por insignificante que este sea.
Es necesario entender que todo el mundo necesita creer en el algo más grande que uno mismo. Ayudar a los demás da sentido a la vida. El niño que espera un cochecito, una guitarra, una pandereta, un juego de video consola, una tablet…, o aquel mendigo que recibe un jersey que piensa: «ahora ya podré sentirme como un señor porque el mío estaba viejo y pasaba frío». Dan sentido a esta entrañable cabalgata de los Reyes Magos.
Se puede colaborar de diferentes maneras y desde distintas entidades. Simplemente hay que estar dispuesto a contribuir para alegrar la Navidad a quien lo necesita sin pedir nada a cambio. Planteémonos este pequeño reto, aunque solo sea por una vez al año, e intentar en el futuro llegar a más rincones donde poder llevar algo de ilusión en estas fechas. A menudo los agasajados son personas que no han pedido nada en su vida. Los Reyes Magos hacen un gran esfuerzo al comprar un regalo a alguien que no conocen de nada, pero recibirán un infinito agradecimiento por el espíritu solidario que voluntariamente prestan. Y ver disfrutar de la vida a los más pobres con lo poco que reciben. La llave para cerrar la puerta de la pobreza la tenemos todos en nuestras manos. Es primordial reconducir los valores de la sociedad sobre la igualdad y la dignidad.
Aunque esta es una campaña exclusiva de Navidad, debemos apostar por ayudar a personas en situación desfavorable durante todo el año. Intentando cubrir necesidades concretas de personas que necesitan ayuda, ya sea económica,
material, de ánimo, de tiempo, o simplemente de una sonrisa. No solo pueden ser Reyes Magos por un día, sino durante todo el año, pero tampoco me importaría llamarles ‘Reyes Majos’.
En este año de problemática economía en el que las calles estarán repletas de maravillosas cabalgatas y los niños con la mirada atenta pidiéndoles su regalo preferido, también les llamaremos Reyes de la Imaginación y la Esperanza para que nadie se quede sin un regalo de Ilusión, de Paz y de Amor.
Si su labor mereció la pena, estoy seguro, que da igual que los llamemos Reyes Magos o Reyes Majos. Así, su magia también sería maja.