En una conversación -gratísima, de esas que podrían continuar con naturalidad, sin contrapesos ni rigores, larga, amigable y distendida- que mantuve hace unos días con mi amigo el profesor en Ciencias Ocultas, me reservé algunas cuestiones para comentar, a placer, con detenimiento.
Cuando él dice que a sus 75 años se encuentra en el mejor momento de su vida, no cabe pensar que todo lo anterior haya sido peor o que no haya merecido la pena. No, no es eso. Es a estas alturas de su vida cuando el profesor que ha sido un experto educador en los misterios de la vida y de la ocultación que encerramos los seres humanos, ahora en su longevidad, puede reconocer que ha hecho dos cosas bien en su vida: «Elegir una vida libre e independiente y amar a su esposa». No es poco. Según refiere, el profesor se casó ya mayor, y su padrino de bodas le avisó.
«Piénsalo bien, porque con tu carácter libre e independiente puedes tener problemas y que a tu mujer te será difícil de ocultar si te casas en la ocultación que abriga el corazón». Él respondió: «Me caso libre y oculto, pero enamorado».
Ambos apostaron por una vida oculta, pero totalmente llena de amor vivo, secreto, respetuoso e inmenso. Me apostilla, y creo que no me he equivocado a la hora de elegir una esposa amable y adorable que ha incrementado mi oculta felicidad. Porque, además de un trabajo impecable, siento que me deja experimentar y escribir, que es la base de mi vida interesante sobre los secretos humanos. Resulta curioso en una sociedad como la nuestra, donde el amor no nos encuentra, el profesor piensa que las cosas importantes se trabajan, y, entre ellas, está el amor.
No todo el mundo tiene un gran amor, por desgracia. Tampoco todo el mundo conoce los rincones ocultos de las personas, es preciso meditar y trabajar mucho. Ni tampoco todo el mundo educa bien a sus hijos. Es así. ¿Podemos estar de acuerdo con él? Sí, sin poner muchos peros, además, a él le parece que vivir en compañía es algo muy agradable. ¿Alguien podría dudar de que lo mejor que ha hecho el profesor, al margen de sus estudios y clases en Ciencias Ocultas es contraer matrimonio? Él no lo duda: ¡Sí!
«La verdad es que sí. Yo tengo una pareja hace ya casi 40 años. Y estoy muy contento. Ahora estoy contigo hablando en el coche y ella me está esperando. Tengo que leer un texto y le pido «por favor, ¿me lo lees?, que no llego», y lo hace. Me prepara la comida, y yo le haré la cena… Y vivimos muy bien. A la vida no hay que pedirle películas: hay que pedirle realidad. ¡Cosa es que te acompañe!».
Y, por último. ¿Pensó alguna vez en Jávea para vivir? «¡Dios me libre de alejarme de Jávea!, de mi Murcia, ¡Jávea es un lugar idílico para soñar y vivir! ¡Sí!». Me siento acogido y querido en Murcia y en Jávea: en ambos lugares tengo buenos amigos, y me siento alegre y feliz. De algún modo, gracias a estas dos ciudades, la felicidad es un bumerán. Pues reencontrarse con los amigos tiene esto también. Es la combinación del cariño y la alegranza.
Juan Legaz Palomares