No da señales en las palmeras datileras, y de manera silenciosa y casi imperceptible, acaba con ellas. El pqueño picudo rojo está convirtiéndose en uno de los mayores males de cabeza de los departamentos de medio ambiente de la comarca, ya que acaba con los ejemplares en un breve espacio de tiempo.
Sin ir más lejos, el martes, mientras los operarios del departamento se disponían a talar un ejemplar de palmera datilera en el que, pocas horas antes, hallaron restos de picudo rojo, la palmera, situada en la Avenida de Alicante, se derrumbó de imprevisto.
A pesar de que las palmeras se revisan de forma anual, desde el departamento de Medio Ambiente reconocen que no es una tarea fácil detectar las que están afectadas por el picudo rojo ya que la palmera puede estar completamente corroída por el interior de su tronco y mantener sus hojas y frutos en aparente buen estado. Tras el desplome ocurrido ayer, el departamento ha decidido repetir las revisiones y solicitan a los vecinos su colaboración.
Los síntomas más visibles de que una palmera está afectada por el picudo rojo son la inclinación de toda la balona (parte alta en la que se ensancha la palmera y donde se desarrollan las palmas), y cuando ataca los hijuelos que crecen en la base del tronco, que se secan y se desprenden fácilmente presentando fibras comidas en el punto de unión con el tronco.