Los Tres Reyes Magos de Oriente llegan a Jávea cargados de regalos

Ayer por la tarde se vivió uno de los momentos más esperados del año, sobre todo por los niños y niñas, la llegada de los Tres Reyes Magos de Oriente. Nosotros tuvimos la suerte de ir a recogerlos en barco y vivir con ellos el momento de llegar a puerto, lugar que estaba abarrotado de gente que fue a recibir con alegría y entusiasmo a Sus Majestades. Durante el trayecto nos contaban lo cansados del largo viaje pero también nos dijeron las ganas que tenían de repartir ilusión entre los vecinos de Jávea. En el puerto de Jávea estaban esperando a Melchor, Gaspar y Baltasar, el alcalde de Jávea, José Chulvi, el edil de fiestas, Juan Ortolá, el párroco de la Iglesia del Loreto y el presidente de la Comisión de Fiestas del Loreto, Juanjo García, quienes les dieron la bienvenida a nuestro pueblo y les agradecieron, un año más, su presencia.

Después de montar en sus carrozas comenzó la cabalgata en un puerto de Jávea lleno de gente y en la que, sin duda alguna, los niños y niñas fueron los más protagonistas. La cabalgata estuvo encabezada por la estrella de Oriente, aquella que guía a los Reyes Magos hacia su camino, le seguían un simpático grupo de pastorcitas que precedían el pesebre protagonizado por la Virgen María, San José, el Niño Jesús y el ángel. Y después de un ejército de romanos los pajes de Melchor aparecían para abrir paso a la carroza de su Rey y así con Gaspar y Baltasar. La cabalgata finalizó en la Avenida Jaime I, lugar en el que los Reyes Magos dirigieron algunas palabras a los niños y niñas que esperaban ansiosos por recoger sus regalos. Después de un breve descanso continuaron su camino hacia el pueblo de Jávea, en un recorrido que finalizó en la Placeta del Convent donde Melchor, Gaspar y Baltasar pudieron repartir regalos a los niños y niñas de Jávea y conversar con ellos.

Después de una larga noche repartiendo regalos a todos los niños y niñas del municipio, los Tres Reyes Magos de Oriente se despiden de todos hasta el próximo año en el que esperan que seamos, al menos, igual de buenos que el pasado.