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«Las facetas más desconocidas de un político que fue clave en la construcción del Puerto de Jávea»

26 de febrero de 2025 - 11:10

OPINIÓN | José Font Caballero

Desde los duros años de la posguerra, el Ayuntamiento de Jávea inició una intensa ofensiva burocrática y epistolar para lograr la reconstrucción de su puerto. Un objetivo que finalmente cristalizó gracias a una hábil operación política diseñada por Juan Tena, presidente del consistorio entre 1950 y 1964. Fue él quien logró que el almirante Francisco Bastarreche, entonces Capitán General de la Armada con mando en Cartagena, recibiera en Jávea la Medalla del Trabajo. Aquel evento no solo sirvió para homenajear a Bastarreche, sino también para que conociera de primera mano la problemática portuaria de la villa y se implicara en su solución.

Francisco Bastarreche y Díez de Bulnes (Cádiz, 1882-Madrid, 1962), conocido por su papel en la Guerra Civil al mando del crucero Canarias, se convirtió años después en una figura clave para la mejora del puerto de Jávea. Sin embargo, su legado quedó ensombrecido con la aplicación de la Ley de Memoria Histórica, que llevó al Ayuntamiento a retirar la plaza que llevaba su nombre en el centro de Aduanas del Mar, renombrándola en honor a otro dirigente falangista, Adolfo Suárez, copiloto junto al rey Juan Carlos I de la Transición Española. Años más tarde, con la Ley de Memoria Democrática, se le retiraron los honores oficiales, aunque no el reconocimiento oficioso padrino de Jávea y artífice del puerto.

En una carta fechada el 15 de octubre de 1950 y que encontramos en el Arxiu Municipal de Xàbia, Bastarreche escribió a Juan Tena con un tono cercano y comprometido:

«Querido amigo: en mi poder tengo los telegramas que tuvo la atención de mandarme con su carta del 10. Reitero mi agradecimiento por todas las atenciones que tuvo conmigo el día de la imposición de la Medalla y le ruego lo haga saber a quienes comparten con usted el gobierno del pueblo, así como a los pescadores, a quienes siempre recuerdo con verdadera simpatía. No me olvido de lo del puerto…».

Y no se olvidó. Desde el Ayuntamiento, Tena impulsó una incesante correspondencia con todos los organismos oficiales implicados en el proyecto. No solo escribió al Ministerio de Marina y a la Dirección General de Obras Públicas, sino que movilizó a xabieros residentes en Valencia y Madrid para que intercedieran en la obtención de información y apoyo para el proyecto.

Finalmente, en 1952, las autoridades adjudicaron las obras a la empresa Bernal Pareja S.A., con un presupuesto de 18.520.265 pesetas. El plan contemplaba la sustitución de las antiguas escolleras por sólidos bloques de hormigón, garantizando la seguridad y el desarrollo de la actividad pesquera y marítima.

El ingeniero Vicente Vicioso Vidal, autor del proyecto original de 1949, diseñó un puerto moderno con un dique y un contradique capaces de resistir los embates del mar y servir de refugio a la creciente flota local. Las obras principales finalizaron en 1957, permitiendo un uso más eficiente de la infraestructura. Sin embargo, el perfeccionismo de sus impulsores llevó a que los trabajos continuaran hasta 1973, cuando las escolleras de Levante y Poniente adquirieron su configuración definitiva.

Es imposible no trazar paralelismos con el presente. Un auditorio que no llega, una piscina que no abre y un parque que parece más una broma que una realidad. Tal vez por eso algunos se empeñan en borrar parte de nuestra historia: porque a los políticos actuales se les cae la cara de vergüenza al comparar su gestión con la que se realizó en pleno franquismo—sin recursos, sin Europa y con muchas más penurias—, y aun así, con resultados visibles y duraderos pero sí, fue una dictadura y la libertad no era completa, aunque las obras faraónicas se acometían y se finalizaban.

Todos saben que Bastarreche fue un militar, protagonista de conflictos con muertos y ejecuciones, como tantos otros en los bandos republicanos o rusos. Sin embargo, el presentismo histórico y la leyenda negra han dibujado de él una imagen demonizada, ignorando otras facetas menos conocidas. Pocos saben, por ejemplo, que su sensibilidad cultural era mayor que la de muchos ministros de los últimos 20 años. Su arrojo y determinación permitieron la fundación del Museo Arqueológico de Cartagena o el de Barcelona, convirtiéndolo en un auténtico mecenas de la historia. Sacó tiempo entre la armada y la administración pública, para asentar las bases de la investigación arqueológica en todo el país, fomentando el estudio, el análisis y la creación de nuevas instituciones.

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  1. Antonio Espiplom dice:

    mol ben dit si borrem la nostra historia estem esmenant la faena dels nostres pares. Que li possen una plasa al astronauta o al margallo


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