Con la llegada de agosto, en los municipios de Xàbia y la Marina Alta, se revive una tradición que durante siglos definió la identidad de esta región: l’escaldà de la pansa. Este milenario proceso, esencial para la transformación de la uva moscatel en pasa, ha vuelto a ocupar un lugar central.
Hace unos días, siguiendo el antiguo calendario agrícola, los recuerdos del pasado rural volvieron a resonar en un rincón de Xàbia, en las paredes de una antigua construcción, en un riurau, el de la Seniola. Su horno se volvió a encender para vivir una experiencia casi olvidada. Esta tradición ha vuelto a cobrar vida gracias a la dedicación Vicent Noguera, quien se ha comprometido a preservar y recuperar esta práctica casi extinguida y que es una seña de identidad de la Marina Alta.
L’escaldà de la pansa fue un proceso agrícola que durante siglos definió la economía y el paisaje de la Marina Alta. Y es que hace más de un siglo, los campos de Xàbia y la Marina Alta se veían adornados por numerosos riuraus, esas emblemáticas construcciones con arcos donde se realizaba l’escaldà de la uva.
Durante el mes de agosto, las familias se preparaban para la vendimia y para iniciar el proceso de convertir la uva en pansa, una actividad que era el sustento de muchas familias de la comarca. Sin embargo, con el tiempo, esta tradición fue desapareciendo, hasta casi quedar en el olvido.
Hoy en día, la iniciativa de Vicent Noguera y María Roselló, provoca el resurgir de esta tradición. Vicent, ingeniero técnico forestal y técnico de explotaciones agrarias, junto a María, técnica en turismo especializada en ecoturismo e interpretación natural, han restaurado este riurau familiar, devolviéndole no solo su estructura física, sino también su función original y como no, hacer un homenaje a aquellos que, durante siglos, trabajaron estos campos con dedicación.
En la reconstrucción de l’escaldà de la pansa que se llevó a cabo hace unos días acudieron más de medio centenar de personas, quienes quisieron presenciar y participar en este proceso, que colaboraron en las distintas fases del proceso, desde escaldar la uva en la mezcla de agua y sosa cáustica, hasta esparcirla sobre los cañizos y llevarla al secadero. En este evento estuvo también David Gutiérrez, quien explicó el proceso a través de las obras de Sorolla.
Si nos centramos en el futuro de la tradición rural, viviendo en un mundo cada vez más dominado por la tecnología y el alejamiento de la naturaleza, proyectos como éste son un recordatorio de la importancia de preservar nuestras raíces. Y es que, cabe recordar que l’escaldà es, desde 2018, Bien de Interés Cultural Inmaterial.
Este espacio, que forma parte del proyecto Endémica Natura, no es solo un lugar para l’escaldà, sino un centro dedicado a la educación ambiental y la promoción del turismo sostenible. En él, ofrecen talleres, cursos y visitas guiadas que permiten a los visitantes descubrir las raíces rurales de la Marina Alta y aprender sobre la importancia de mantener vivas estas tradiciones. Asimismo, este espacio se transforma también en un mercado con productos locales.