«Barbaridad impune (2)»
Todavía le han quedado a mi oxidada materia gris algunas ideas para seguir ensalzando la ingente labor realizada por esos viejos de la Calle Triana que, con una voluntad férrea, alegre y amable no se han rendido ni se redirán ante las adversidades y los reveses con los que arremeten los vándalos de turno y nos seguirán dando una lección de coraje, valentía y ejemplaridad.
Estoy totalmente convencido que, por muy osados que sean los destructores, ellos, no van a ceder ante sus amenazas, ni van a renunciar a que se eliminen sus costumbres, su cultura y su buen hacer. Llevan muchos años practicando el amor, la amistad, el respeto, la educación por y para Xàbia, por los demás y por fomentar las verdaderas esencias que engrandecen a esta maravillosa Villa mediterránea y a sus gentes. Nada ni nadie va a doblegar su tesón y afán por mantener las costumbres y los buenos hábitos de los xabieros. Su fuerza moral, su ética, su hospitalidad y
su amabilidad heredada de sus antepasados, jamás podrán horadar su corazón ni se dejarán derrotar por ningún contratiempo o adversidad. Sus principios y valores son más firmes y resistentes que las mismas rocas de la Playa de la Grava que llevan siglos aguantando los embates del mar y siguen pétreas e imperturbables hasta el fin de los siglos.
Larga y escabrosa sería la lista de los actos vandálicos que se cometen cada día, pero no debemos auspiciar sus salvajismos ni barbaridades, ni hacerlos extensivos y, así, evitar que sus autores se sientan arropados y protegidos por la propaganda fácil y permisiva.
Un ¡urra! por los vecinos de Triana. Y, para no hacerlo más engorroso y pesado, solo advertirles que cada cual cumpla con su deber y asuma su responsabilidad, pero, a quién corresponda, que procure en lo posible, que
la «barbaridad no quede impune».
Juan Legaz Palomares.