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El último secreto de la célebre Casa de los Cruañes, en el carrer En Grenyó de Xàbia

05 de diciembre de 2024 - 07:37

Siempre que visito a mi paisano Godo en Alicante, me llevo alguna sorpresa relacionada con la historia xabiera. Pero esta vez, me he topado con uno de mis personajes favoritos junto a Joaquín Cholbi Climent. Se trata de un retrato al óleo desconocido de Julio Cruañes Soler. Esta obra que preside ahora el vestíbulo de la vivienda de mi buen amigo, procede de la casa del histórico abogado en el Carrer En Grenyó de Jávea.

Casualmente, mis dos figuras javienses preferidas son antepasados de Godofredo Cruañes Aracil, unos linajes que imprimen carácter, sin duda. Aunque Cholbi y Cruañes son dos políticos importantísimos conservadores del siglo XIX, son muy antagónicos. Julio Cruañes es un abogado bien relacionado con la sociedad madrileña y valenciana, algo bohemio, divertido y en algún momento coquetea con la masonería. Lo que hoy llamamos el paradigma del bon vivant. Joaquín Cholbi, al contrario, es un celoso de las viejas leyes, carlista y amante de la ascética religiosa y de la moral.

La Casa de los Cruañes del Carrer En Grenyó -cuya última familia propietaria son los Cisneros-Pérez, vástagos de una de las hermanas de Julio Cruañes- es la construcción más grande del antiguo Carrer dels Cavallers en alusión a sus moradores en el siglo XVIII o Calle Cánovas, denominación con guiño al jefe del Partido Conservador de España y correligionario de Julio Cruañes. La construcción, es de mediados del siglo XIX y pertenece a la cuarta familia noble más importante de Jávea tras los Sapena, los Bañuls y los Cholbi. Destaca de las demás por su simetría arquitectónica perfecta, portal de piedra viva y los dos blasones –Cruañes y Soler- que se colocan en la restauración de la vivienda en los años 90, cuya fachada queda sin pintar, dejando el lucido característico porque así le gusta a su antigua dueña.

Todavía hoy, cuando paso por esta calle, en mi imaginación veo en el ventanal de la derecha, a Julio Cisneros Cruañes escuchando música clásica y en el otro, el de la izquierda, a su esposa Pilar Pérez Gasca y sus encajes de bolillos. Cuesta creer que esta arteria del Casco Histórico, no tenga ya la vida que tuvo y retuvo no hace tanto tiempo…

En una de las estancias de la casa, con chimenea y mesa larga, tienen lugar las famosas tertulias políticas, en las que participa el Barón de San Petrillo, Godofredo Cruañes Signes -el de las efemérides históricas- Sorolla, Salvador Abril y suponemos que también Ricardo Verde Rubio, autor del retrato al óleo de nuestro personaje histórico y anfitrión de estas singulares veladas. Pero cuentan también, que Julio Cruañes suele reunirse con sus amigos en una de las salitas que dan a la calle y a través de la verja de hierro forjado, contemplan a las muchachas que van a por agua con sus cántaros a la fuente recién inaugurada en dicha calle por el alcalde Casabó, familiar de Julio.

Ricardo Verde Rubio (1876-1954) nace en el barrio del Carmen de la capital del Turia y estudia en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos en la misma ciudad. Su carrera artística no tiene el mismo nivel de exposición internacional que la de su colega Sorolla, pues Verde está más en sintonía con el típico enfoque conservador y clásico. Como muchos artistas de su época, aborda temas históricos, paisajísticos, religiosos y retratos de la clase alta valenciana, en los que el dibujo preciso y la fidelidad a la realidad, son fundamentales como se puede observar en el retrato de Julio Cruañes.

Ricardo Verde no comparte la misma fascinación por la luz y el color que Sorolla. Verde, tiene un estilo puramente académico alejado de la ruptura estética que representa Joaquín Sorolla quien opta por abandonar las corrientes realistas y naturalistas de su tiempo. Comparando ambos retratos, podemos llegar a visualizar estas notables diferencias en las que el político xabiero, aparece más relajado y desenfadado que en el realizado por Verde, pues vistiendo atuendos veraniegos en los dos, en el retrato inédito de Cruañes su efigie queda solemne, propia de un diputado conservador de la high society.

Sacar a la luz este patrimonio histórico y artístico local -bien restaurado y conservado en manos privadas- nos anima a seguir la estela de las grandes sagas de Jávea ¿Qué nos depararán las demás?

José Font Caballero

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