El mar y los fenómenos meteorológicos nunca dejan de sorprendernos. Bien sea por sus aguas tranquilas o por los escasos episodios de temporal, el Mediterráneo siempre muestra un espectáculo. Hoy nos centramos en las calmas de enero conocidas también como menguas o secas de enero.
Este espectacular fenómeno ocurre en el mes de enero, en concreto, los pescadores reseñan que su punto fuerte suele darse a mediados de mes, por San Antonio, aunque es cierto, que en la actualidad, debido a la situación por el cambio climático, este hecho parece que se ha ampliado y ya surge entre los meses de diciembre y febrero.
El espectáculo o fenómeno llamado calmas de enero dejan al descubierto los secretos que duermen, durante el año, bajo el mar. Y es que, debido al conjunto de distintos elementos meteorológicos de principios de año, los anticiclones, se produce un mayor peso en el mar -alta presión atmosférica- lo que produce que el nivel del mar baje considerablemente, llegando incluso a descender entre uno y dos palmos -entre 20 y 40 centímetros- dejando a la vista la fisonomía de las rocas o parte del fondo marino que habitualmente permanece sumergido.
Señalar que este episodio de calma no es el mismo en la actualidad, a hace 30 años atrás. El deshielo ha provocado que el mar haya subido cerca de un palmo, por lo que las secas de enero no se contemplan de la misma manera.
Las bonanzas de las calmas de enero
Por otra parte, las calmas de enero era, hace unos 30-40 años atrás, la excusa para comer un tesoro marino, erizos de mar o bogamarins -como se dice en Xàbia-. Era habitual tanto es esta localidad como en las poblaciones vecinas del litoral salir a recolectar este producto. Aprovechando la bajada del mar, los erizos quedaban al descubierto y era más fácil su pesca. Una actividad que a día de hoy está restringida.
Los pescadores manifiestan que en los años 70 solían salir los días de calma para pescar erizos y luego venderlos a los vecinos, «era una manera de ganarnos un extra y los vecinos de varias poblaciones disfrutaban de un día en la playa comiendo este producto».
Agradecemos a Amadeu Ros y Juan Salvá, ex marineros, su aportación a conocer mejor este fenómeno que surge cada año en el mar.
De acuerdo con usted. Es lamentable como la gente entra al trapo como borregos a todas estas monsergas que son repetidas machaconamente, bien por medios interesados, bien por medios inanes, sin ni siquiera plantearse la más mínima duda. A poco que uno observara y se informara, se daría cuenta de la manipulación que están perpetrando sobre la población por el puro interés de unos pocos que son unos auténticos criminales.
Cambio climático? Deshielo? Mediciones por palmos… algún estudio que demuestre esto? De verdad que los articulistas cada vez deben ser más jóvenes (alumnos de la eso supongo). No por mucho repetir una mentira se hace verdad, simplemente cansa. Ya está bien de meternos la excusa medioambiental para tratar cualquier tema. Leen a científicos de verdad, por favor, al ultimo premio Nobel de física, dejen ya de mentir y creerse la mentira y la historia que los quieren contar. Vuelvan a hablar del COVID y de lo bueno de la vacunas, del distanciamiento social de esas cosas que ahora dicen que se lo inventaron pero que era necesario… de verdad cambien un poco el tema que si no nos aburrimos.